
Por José Luis Pantoja Vallejo – Cronista Oficial de la Villa de Lopera

Por José Luis Pantoja Vallejo – Cronista Oficial de la Villa de Lopera

Por José Luis Pantoja Vallejo – Cronista Oficial de la Villa de Lopera
Hay tradiciones que se resisten a desparecer, es el caso de colgar los melones en las vigas de las cámaras de las casas para consumirlos en el invierno. En Lopera, Juan Ramírez Torres a sus 85 años sigue manteniendo viva la tradición y ha colgado con cuerdas en las vigas de su vieja casa un buen número de melones cultivados por el mismo de los llamados melones negros o de invierno (alagartados, de chicha verde, amarillos, blancos, piñoneros y de piel de sapo). Aquí dice que se conservan mejor y ocupan menos espacio. El consumo de estos melones se hace por navidad y sobre todo como postre en la recogida de la aceituna, después de haber dado cuenta de un buen cachurro (pan, aceite de oliva y bacalao). Esta tradición está en vías de extinción, pues la clave de su continuidad está en las nuevas generaciones y en las semillas (heredadas de padres a hijos) que se utilizan para cultivar los melones y aunque se lamenta este octogenario de que hoy los jóvenes no están por la labor de cultivar melones.

Por José Luis Pantoja Vallejo – Cronista Oficial de la Villa de Lopera
Por el otoño vuelven las tradicionales matanzas loperanas. En estos días se están llevando a cabo las típicas matanzas familiares en algunos domicilios de Lopera. Atrás quedó el engorde del cerdo durante meses en las cochiqueras. La familia Gil Lara es de las últimas que mantienen viva esta rancia tradición de la matanza. Un año más, Juan Huertas Simón “El Perruno”, el cual lleva más de 1.000 cerdos matados durante su dilatada vida como matarife y sus hijos Juan y Francisco, cumplieron con el ritual y a la antigua usanza mataron con la ayuda de varios vecinos dos cerdos, uno de 180 kilos y otro que sobrepasó los 230 kilos. Son escenas como el arrastre del cerdo y montarlo sobre la mesa, el atarle las patas y manos, sacrificarlo, mover la sangre, pelarlo, abrirlo en canal, descuartizarlo, hacer los chorizos y morcillas, que forman parte de la historia de muchas generaciones de loperanos, que en estos días están en vías de extinción, pues cada día hay más impedimentos por parte de sanidad para conceder el llevar a cabo estas matanzas en los domicilios particulares. Quizás sean los

Por José Luis Pantoja Vallejo – Cronista Oficial de la Villa de Lopera
Hay tradiciones y oficios que se resisten a desaparecer, tal es el caso del viejo oficio del espartero, que en Lopera tiene a uno de los últimos exponentes en Antonio Torres Ramírez, un loperano de 73 años que sigue trabajando el esparto. Cualquier mañana se le puede ver haciendo pleita y entrelazando el esparto con suma destreza en la puerta de su casa sita en la calle Cristo Grande. El oficio de espartero lo aprendió con 13 años de la mano de Antonio Gómez “El Canelo” y hoy ya jubilado sigue trabajando el esparto de Almería con una manos prodigiosas y hace espuertas para la aceituna, quincanas, esterillas, posa paellas y figuritas para sus nietos. El trabajo del esparto le mantiene vivo y sus creaciones las regala a sus amigos e hijos.

Por José Luis Pantoja Vallejo – Cronista Oficial de la Villa de Lopera.
En la popular calle José López Quero podemos encontrar cualquier día de lluvia o festivo trabajando la madera al loperano Francisco Cobo Jiménez. Aquí pasa Francisco sus ratos libres haciendo verdaderas obras de arte en miniatura, usando para ello de modelo los edificios más emblemáticos del patrimonio de Lopera. Con maderas nobles como el tilo y el pino Paraná y unas manos prodigiosas ha levantado a una escala imaginaria la torre del campanario de la Iglesia Parroquial. Su nuevo reto es poder completar la fachada de la iglesia y unirla al campanario. Esta pasión por trabajar la madera le viene a Francisco de su infancia cuando estuvo de aprendiz de carpintero en Lopera. Ahora compagina las labores en el campo y construcción con su gran pasión por modelar en madera los edificios de su pueblo y darlos a conocer en una exposición.